Fue en los años 70 cuando se introdujeron los videojuegos en el mercado del entretenimiento. Las juventudes quedaron maravilladas ante tal innovación, provocando la expansión de la industria y la creación de más y mejores videojuegos. Su fama continúa hasta nuestros días, al grado que constituye toda una cultura social conocida como comunidad gamer.
Según, The Competitive Intelligence Unit (CIU), en México, 72.3 millones de personas se consideraron gamers o videojugadores a finales del año 2020, lo cual equivale a un 57.4% de la población total del país (Arteaga, 2021), una cifra indudablemente considerable para comenzar a cuestionarnos sobre el impacto de los videojuegos.
A pesar de que estos productos hayan adquirido un gran recibimiento, principalmente de niños, adolescentes y jóvenes, no faltan los adultos que se preocupan por sus efectos secundarios, perjudiciales para los consumidores, así como no falta quien acuse a los videojuegos como generadores de violencia.
Sin embargo, el tema que nos planteamos en este artículo es el de sus beneficios para la educación. ¿Será posible que podamos utilizarlos como un recurso educativo? La verdad es que sí.
Primero tenemos que entender que «…los recursos educativos son aquellos materiales que no fueron diseñados con la intención de utilizarse en contextos educativos» (Marqués, 2010).
Pensemos en una pintura. Posiblemente el artista la pintó porque quería transmitir un mensaje o simplemente por gusto, pero años después esa misma pintura puede ser analizada en una escuela de arte para aprender la técnica empleada o el estilo que representa.
En este caso, los videojuegos funcionan como recurso educativo cuando seleccionamos uno que fue creado para el entretenimiento, pero que nos sirve para cumplir los fines educativos que tengamos.
Por ejemplo, para enseñar historia, el videojuego Assassin’s Creed es un juego de aventura donde el jugador se sumerge en contextos pasados y se convierte en un actor de la historia. Asimismo, God of War emplea la mitología como base narrativa, por lo que los usuarios pueden aprender de mitología mientras juegan.
Otro ejemplo es Minecraft, un juego en el que se incluye el modo supervivencia, de manera que cada jugador tiene que hacerse responsable de conseguir los recursos necesarios para no morir. Uno de esos materiales básicos es el carbón y, en caso de no conseguirlo en las minas, pueden hacerlo con madera. Este sería un aprendizaje de supervivencia básico que puede aplicarse en la vida real.
Como vemos, los videojuegos pueden enseñar sobre una materia escolar, como la historia, así como otorgar aprendizajes para situaciones reales. Además, se ha demostrado que también se pueden desarrollar habilidades como la colaboración, trabajo en equipo, creatividad, solución de problemas, atención, asimilación de información, toma de decisiones, etcétera. Incluso se dice que se han empleado para terapias y tratamientos psicológicos (Alfageme y Sánchez, 2002).
Considero que los videojuegos pueden ser recursos útiles para la educación, pues sirven para desarrollar varias habilidades y generar conocimientos, pero lo más importante es que llaman la atención de las personas. Estoy segura de que, si incorporamos estos recursos en espacios educativos, como la escuela, los alumnos mostrarán una mejor disposición para aprender.
Por lo tanto, esta es una propuesta para que los educadores tomen la iniciativa de incorporar estas estrategias en su práctica y que se invierta en este tipo de proyectos.
Bibliografía
Alfageme, Begoña y Sánchez, Pedro (2002). Aprendiendo habilidades con videojuegos. Comunicar, (19), 114-119. [En Línea]. Fecha de Consulta: 06 de Julio de 2021. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15801921
Arteaga, Alberto (2021). “Industria de Videojuegos en México en 2020”. The CIU. [En Línea]. Fecha de consulta: 06 de julio de 2021. Disponible en: https://www.theciu.com/publicaciones-2/2021/3/22/industria-de-videoju
Marqués, Pere. (2010) Los medios didácticos. Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona.