¿ Nos acercamos a la guerra contra las máquinas?. El inicio de la industria 5.0

¿ Nos acercamos a la guerra contra las máquinas?. El inicio de la industria 5.0

Desde la primera Revolución Industrial ya han pasado 261 años, un periodo histórico de cambios radicales en métodos de producción, organización social y sistemas económicos. Aquel fue el acontecimiento que marcó la pauta para el desarrollo de la sociedad actual.

Hoy en día, estamos transitando entre la Industria 4.0 y la 5.0, reconociendo debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades del nuevo periodo histórico que cuyos efectos están a punto de ser vividos por la sociedad.

Antes de entender mejor qué pasa con esta nueva revolución industrial 5.0, es preciso puntualizar el crecimiento de la tecnología y los principales cambios que se han generado debido a cada una de las etapas.

La Primera Revolución Industrial suscitada durante la segunda mitad del siglo XVIII, fue impulsada por los pensamientos racionales y novedosos de la época, tuvo transformaciones económicas, tecnológicas y sociales en la humanidad que abrieron oportunidades para la industrialización y marcarían el principio del fin de actividades manuales, tardadas y agotadoras. Para la sociedad, significó el nacimiento de nuevas clases sociales donde resaltan el proletariado y la burguesía, siendo esta última la dueña de los medios de producción y la mayor beneficiada de la explotación de los recursos.

Como consecuencias de esta revolución se encuentra el surgimiento del capitalismo industrial; mentalidad empresarial a gran escala; técnicas de producción innovadoras; el capital; la expansión del comercio y el crecimiento económico sostenible que significa la libertad de empresa; el libre mercado;  el flujo de efectivo en la sociedad y el capitalismo financiero, lo que prepararía el territorio para la segunda Revolución Industrial.

La Segunda revolución industrial se desarrolló entre 1870 y 1914, nombrada «la madre de la producción masiva», basaba sus procesos de fabricación en la electricidad, donde el sector industrial había vivido su crecimiento más importante. Dicha Revolución apenas puede distinguirse de la primera, ya que muchos historiadores únicamente la señalan como el segundo momento de aceleración económica a partir de avances tecnológicos y científicos como el uso de energías naturales. Las industrias como la petrolera, química, automotriz y eléctrica tienen sus inicios en este periodo, impulsando «…la competitividad entre países y creando modelos de organización económica que serían el parteaguas para la globalización» (Significados, 2020).

Cómo resultado, se puede mencionar el crecimiento de potencias industriales y económicas como la francesa, alemana, japonesa y la estadounidense; trayendo consigo la globalización; el uso de recursos como el acero y aluminio; el inicio de las máquinas automatizadas para la fabricación en serie; la creación de monopolios y la consolidación de la clase burguesa.

Una Tercera Revolución Industrial apareció en 1969, creando el inicio de la programación, esto gracias a la informática para una progresiva automatización, donde parte de las potencias surgidas en la revolución pasada sobresalen recuperadas de las guerras mundiales y luchando por liderar cualquier ámbito, cultural, político, económico y social. La investigación y desarrollo para medios de producción y nuevas herramientas tecnológicas sería encabezada por Estados Unidos, mientras que las nuevas tecnologías de información, en sus inicios, por Japón; además de la parte sostenible y social por la Unión Europea.

Caracterizada por la implementación de procesos con energías alternativas, la innovación tecnológica, a través de materias recargables, procesos de automatización enfocados a las industrias, pero también a lo cotidiano, medios de transporte alternativos con sistemas híbridos y el uso óptimo de las redes eléctricas inteligentes. El mayor regalo que deja este periodo son las nuevas tecnologías, nuevos medios de comunicación para la interacción masiva con individuos, la fibra óptica, las energías renovables y «El internet».

A partir de aquí, pasarían únicamente 44 años para la siguiente revolución que cambiaría, en muchos sentidos, la mentalidad de millones de personas.

La Cuarta Revolución Industrial o mejor conocida como «la industria 4.0», data de su reconocimiento durante el año 2013 a partir de una publicación realizada por Acatech – National Academy Science and Engineering (2013),  cuyo documento se presentó con «..la aparición de procesos tecnológicos que permitían volver inteligentes fábricas y la gestión online óptima de dichas, volviendo al internet de las cosas, la nube o los sistemas ciber físicos parte medular de esta época. Además de convertirse en uno de los cambios más importantes de la década, la industria obligó a los entornos de negocios a competir, convirtiendo al mundo y su entorno de lo físico a lo digital».

Una de las vertientes también concebidas durante la industria 4.0, es el análisis y procesamiento de grandes cantidades de información en la web, «…por lo que además de volver digital al mundo, se pasa de lo digital a lo entendible, replicable para el ser humano y, finalmente, a la toma de decisiones para que así se resuelvan las incógnitas, necesidades y se generen soluciones a problemáticas en tiempo record» (Deloitte, s.f).

Su importancia radica en el alcance que no sólo tendría a nivel producción o negocio, sino en toda la humanidad, abriendo un nuevo acontecimiento histórico que afectaría todo lo conocido con anterioridad, impactando el contexto común, sus sistemas, organización y la forma en la que hacen, actúan y conviven los seres humanos.

Por su parte, la cuarta Revolución no sólo tendría ventajas sobre la sociedad, sino que también haría que los humanos se enfrentarán a retos mayores y de menor plazo para ser resueltos, una sociedad que, además de lidiar con la adaptación a los cambios constantes en muchos de sus sistemas y la desaparición y aparición de nuevos empleos, tendría que seguir avanzando en la parte digital para entender qué tan cerca se está del dominio total de las nuevas inteligencias, lo que también haría con la misma frecuencia que se alejara en cuanto se conociera más.

Con menos de una década desde la aparición y adopción del concepto «Industria 4.0», ha surgido la 5.0, cuya característica principal, según los visionarios, es la implementación de la inteligencia artificial en su máximo esplendor, ya que a partir de ella se planea unir a humanos y robots; donde los ecosistemas sean mejores para la sociedad en cualquier ámbito, creando máquinas capaces de hacer actividades cotidianas sin necesidad de que una persona las accione de forma manual, siempre que quiera repetir la actividad.

«…La industria 5.0 propone la convergencia del humano con las máquinas e inteligencia artificial, […ya que…], especialistas del negocio, apuntan a que la demanda en productos personalizados incrementará durante la pandemia, pero para realizar esta tarea de identificación, selección y creación de algo único para cada demandante, se requiere de una gran cantidad de personas que ejecuten dichas acciones, por lo que la creación de máquinas que puedan ayudar a los humanos en esta labor sería fundamental» (oasys, 2019).

Actualmente, la diferenciación en el producto, precio, canales de venta y distribución o, incluso, la promoción, ya no son factores decisivos de compra para el cliente en muchas industrias, sin embargo, la personalización en cualquiera de estas variables ya lo es. Desde nuevos canales de comunicación con el cliente, sin necesidad de la atención del humano, hasta la adquisición de máquinas que ya hacen casi cualquier cosa por ti, se llega así, al siguiente cuestionamiento: ¿México está preparado para dicho cambio?

La sociedad debería prepararse en muchos ámbitos para estar listos y recibir esta revolución como las anteriores; crear nuevos perfiles de egreso en universidades, nuevos perfiles profesionales, empleos y una gama de soluciones que se enfoquen en problemáticas generadas por esta nueva industria, sin embargo, la lentitud con la que se avanza en México en cuestiones tecnológicas, comparada con la agilidad de soluciones implementadas en países de primer mundo, podría dar como resultado la pérdida de empleos, la enajenación y agravar el desbalance económico que ya existe en el sistema. También se podría estar hablando de la creación o desaparición total de clases sociales y si no se gestionan las medidas de forma rápida y acertada, un rezago social, cultural y económico de más de 100 años.

El miedo progresivo también ha inundado los pensamientos de muchos especialistas, analistas y sociedad en general, quienes creen que podríamos estar acercándonos a un futuro apocalíptico donde las máquinas sobrepasan el poder humano y generan nuevos lenguajes con los que pueden comunicarse, pero que no entienda un ser humano; se hablaría entonces de una inteligencia que quisiera rebelarse e independizarse de su creador, incluso del fin para el que fue creada. Para que esto no suceda, ¿qué medidas deberían adoptar los desarrolladores, empresarios y gobierno?, ¿podemos evitar un colapso de esta magnitud? Y si sucediera, ¿los humanos podrían luchar contra su propia creación?

Sería difícil responder a todas estas preguntas en la actualidad, pues no se han vivido aún los primeros 5 años de la revolución, en cambio, se podría reflexionar sobre la cercanía a este futuro debido al gran alcance que tienen los humanos para su creación y la velocidad con la que avanza sin detenerse.

Es importante mencionar que esta revolución no sólo traerá consigo nuevas tendencias tecnológicas o de innovación, sino que, también, deberá proponer un nuevo sistema económico y político para evitar el colapso, de manera que la sociedad no tendría que resistirse al cambio y los sistemas deberían generar estrategias de educación que promuevan las nuevas ideas y eviten el choque de pensamientos de generaciones como la Silent Generation, la Boomer e incluso la generación X, que aún conviven con otras como la Millenial y la Z, cuyas ideas impulsadas por el cambio constante son más fáciles de adaptar a lo que viene.

Bibliografía y referencias.


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